Límites y
valores
Creemos que
la vinculación afectiva positiva entre los miembros de la familia tiene un peso
fundamental en el desarrollo del adolescente, pero la afectividad no es un
único ingrediente para la convivencia. El niño debe aprender a relacionarse, a
distinguir lo que está bien de lo que está mal, lo permitido y lo que no lo
está, debe ser motivado pero se le debe trasmitir que los objetivos que uno se
propone exigen esfuerzo y que no siempre se consigue lo que se quiere. El niño
necesita conocer los límites y digo necesita porque los límites son las normas
que le van a dar seguridad y confianza en si mismos, conociéndolos van a saber
lo que hacer en un momento determinado. Tengo que citar aquí a Gustavo Girard (13)
y la forma en que ejemplarizó la
importancia de los límites: “Un grupo de
personas se hallan en la terraza de un edificio de 30 pisos sin nada que
proteja el borde de la misma; todos están concentrados en el centro del espacio
y apenas se mueven por miedo a caerse. Si se pone una leve cinta limitadora del
borde la movilidad aumenta aunque
todavía se muestran temerosos; si se coloca un muro hasta la altura de la
cintura en el borde de la terraza todos se mueven con soltura y se asoman al
vacío sin miedo”. Creo que no se puede explicar mejor el valor de los límites
en el contexto educacional del niño y el adolescente.
(Minivideo de LuisIg lesias)
Los niños
tienen unas necesidades básicas para su adecuado desarrollo: sentirse amados y
sentirse capaces. (14) .Cuando
establecemos una disciplina o unas normas estas deben promover esos dos puntos.
Para hacerlo
los padres deben consideran algunos aspectos esenciales.
A. Sentirse
amados:
Que podemos
hacer, que estrategias podemos seguir:
Atención al niño es mejor una
atención breve pero inmediata a su demanda haciendo un comentario, tocándolo,
sonriéndole, es probable que vuelva tranquilo a su actividad.
Tiempo
especial: Es un tiempo que se otorga al niño todos los días sin tener en cuenta
su comportamiento, en el que el niño decide la actividad y el adulto participa
como “secundario” opinando pero no “dirigiendo”. Debe tener un tiempo limitado
por reloj.
El niño suele
considerar el Tiempo Especial como un “amor incondicional” (ver apéndice)
Rojo-Verde: Es también
útil para niños con dificultades de comportamiento. Básicamente consiste recompensar con pegatinas sus comportamientos
adecuados (verde) y señalar con rojo los comportamientos inadecuados. El niño
suele intentar conseguir pegatinas que sean recompensadoras.(ver apéndice)
Otras medidas
claves son también ignorar trasgresiones menores (Recordar que el NO
reiterado pierde eficacia), Escuchar activamente lo que el niño dice,
calificar el acto NO AL NIÑO (Bien: “eso está mal”, Mal: “eres malo”),
Retroalimentación
positiva: Intentar no usar frases negativas sobre sus actos: “Tu nunca recoges
los juguetes” Esto hace que el niño sienta que no tiene nada que perder para
confirmar lo que piensan de él y por lo tanto seguirá sin hacerlo. “Me gusta
que recojas los juguetes, está muy bien” El mensaje puede ser más eficaz.
Otro aspecto
a tener en cuenta es que los mensajes que se dirigen al niño tengan congruencia
emocional; el niño pequeño es muy sensible al lenguaje no verbal y este
debe ser congruente con el mensaje oral.
Debe trasmitirse por lo tanto el “valor” de la acción: si está
intentando algo peligroso los padres se sentirán enojados y el niño debe de
percibirlo.
Por
supuesto agradecer al niño gestos
de “ayuda” en las tareas del adulto, se sentirán importantes y apreciarán “la
cortesía” como gesto amable hacia los demás.
Y disculparse
con un niño significa que sus sentimientos cuentan, en el futuro lo hará él
aprenderá a ser humilde y será una de las formas que le ayudarán a solucionar
conflictos.
B. Sentirse
capaces:
Para que un
niño se sienta capaz se requiere una guía para aprender las reglas, la manera cómo
funcionan las cosas, como hacerlo bien y tener la oportunidad de ejercitarlo en
la práctica. Para promover esa sensación de capacidad en el niño/a son
necesarias rutinas, modelos, instrucción, expectativas progresivas, opciones y
oportunidades para ejercer “su papel”.
Las rutinas son modelos
regulares de actividades como levantarse, comer, hacerlas tareas. Los propios
niños entre 1 y 3 años establecen sus propias rutinas y estas son muy útiles
con los niños de temperamento irregular y se correlacionan con un mejor
desempeño escolar, con una mejor inteligencia y con la competencia de la madre.
Los niños
aprenden de lo que ven y a menudo imitan teatralmente a los adultos por
lo tanto es obvio que la conducta observada en su entorno familiar será
imitada.
La
instrucción debe de ser directa, clara y oportuna, evitar la verborrea confusa y la
explicación larga que distrae al niño y pierde eficacia al oscurecer la
finalidad de la enseñanza. Evitar comentarios vagos: ¿crees que ya es hora de
irse a la cama? La claridad y el cumplimiento hace que el niño/a acepte a “quien
quiere que hacer y cuando”
Expectativas
progresivas: Deben de estar acordes con el desarrollo del niño. A veces los padres
con expectativas poco realistas se quejan de que los pequeños no siguen las
normas a pesar de conocerlas.
El ofrecer
opciones debe ser tomado también en relación a la edad de los niños, a veces las
opciones pueden resultarles abrumadoras, demasiado complejas y hay que
ajustarlas a opciones apropiadas sencillas y posibles.
También es
necesario recompensar al niño/a durante sus actuaciones positivas con
palabras cariñosas u obsequios pequeños y que puedan darse al momento. Prometer
un juguete caro y a largo plazo suele ser poco eficaz. Del mismo modo el
pequeño debe saber que sus actos tienen consecuencias y si reciben una
indicación y no la cumplen los padres actuarán: Si el niño no actúa según lo
indicado en unos 10 segundos se actuará p.ej. llevándolo del brazo a la tarea
que debe desempeñar. El adulto no hablará para evitar amonestación, críticas,
regañinas o desviación de la atención. Un método para corregir comportamientos
inadecuados de este tipo sería “tiempo fuera” (ver apéndice en próxima entrega).
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