III. Los hitos del desarrollo.
1.El cerebro:
• Los cambios en la capacidad y competencia ejecutiva
parecen tener una estrecha relación con los procesos madurativos de la CORTEZA PREFRONTAL
(CPF).
•
El dilatado periodo de maduración de la CPF. permite
que la interacción del niño con su entorno moldee las redes neuronales que
sustentan el funcionamiento ejecutivo.
• Las
regiones frontales son las que maduran más tardíamente, no hasta el final de la
adolescencia.
•
La CPF. está muy desarrollada en los humanos.
•
El hemisferio derecho (emocional) madura más
precozmente que el izquierdo (verbal) y es dominante a los 3 años.
Especializada:
•
Hemisferio Izquierdo: Generación del Lenguaje (Área de
Broca/Vernicke)
•
Hemisferio Derecho: Regulación de la Atención,
Conducta y Emoción.
La CPF está
ampliamente interconectada con el resto del cerebro facilitando: la generación
del pensamiento, la búsqueda de respuestas, la toma de decisiones inteligentes, perspicaces y la capacidad
de juicio. (4,5)
2. La Sonrisa.
La sonrisa es el primer contacto voluntario que efectúa el lactante con
su entorno en respuesta en general a la voz o la figura de la madre. A los dos
meses el rostro de la madre funciona como estímulo para iniciar una interacción
para la instauración de intercambios mas complejos en el futuro. La sonrisa
frecuente ante estímulos no sociales puede representar una cualidad
temperamental especial de modo que aquellos niños que no reaccionan con llanto
ante estímulos auditivos o visuales se comportan de una forma más sociable a
los 2 años.
3. Funciones
ejecutivas. El Autocontrol.
Las funciones ejecutivas implican el desarrollo de una serie de
capacidades cognitivas que permiten al niño:
1. Mantener la información recibida, manipularla y actuar en función de
ella.
2. Autorregular su conducta logrando actuar de forma reflexiva y no
impulsiva.
3. Adaptar su comportamiento a los cambios que se produzcan en su
entorno. (4).
Durante los primeros años de vida el niño antes que actuar “reacciona”,
es con el tiempo como el proceso madurativo cerebral en particular de la
Corteza Prefrontal (CPF) hace que ese impulso sea modulado mejorando el
autocontrol y la relación con el entorno. Las funciones ejecutivas alcanzan el
nivel adulto durante la adolescencia en la 2ª década de la vida; por otra parte el
dilatado proceso de maduración de la Corteza Prefrontal permite que la
interacción del niño con su entorno moldee las redes neuronales que sustentan
el funcionamiento ejecutivo.
El autocontrol es fundamental
para el desarrollo futuro de las competencias académicas y sociales. Los niños
pequeños que tienen un control limitado sobre sus impulsos, y la evaluación o
calibración de las demandas que se presentan a lo largo de su vida tienen un
riesgo mayor de presentar dificultades académicas y problemas conductuales en
el futuro.
Es clave para el desarrollo de un correcto control inhibitorio sobre las
respuestas a determinados estímulos o situaciones lo que se conoce con el
nombre de Memoria de Trabajo que consiste en la capacidad que el niño tiene
para recuperar la información adquirida en el pasado reciente y su utilización
de forma adecuada en la tarea actual. De la integridad de sus componentes
verbales y viso-espaciales depende el adecuado funcionamiento de muchos
procesos cognitivos.
El ejemplo clásico es la tarea “A no B (5), a un bebé se le esconde un juguete detrás de una pantalla A
siempre bajo su mirada. El niño encuentra el juguete en su posición A. Después
de repetirlo varias veces se esconde el juguete en B y se entretiene unos
segundos al niño, si el tiempo es muy corto encontrará el juguete en B, pero si
el tiempo de entretenimiento es más largo volverá buscarlo en la posición A. (4)
Los niños/as a partir de los 7 meses son capaces de recordar con mayor
tiempo de latencia la posición del juguete. A medida que tiene más edad el
tiempo de recuerdo es mayor.
El aumento del Autocontrol se sustenta en el desarrollo de sus habilidades
lingüísticas mas evidentes a partir del 3er año de vida en que el vocabulario
alcanza desde 500 a 900 palabras y son
capaces de seguir algunas instrucciones aunque es hacia los 4 años cuando son
capaces de inhibir su conducta en respuesta a demandas externas y manteniendo
su atención sobre los aspectos relevantes del entorno. Es así como van
adquiriendo las habilidades necesarias para un funcionamiento adecuado en el
entorno escolar. (6)
4. Entender lo que
está bien y está mal.
Hacia los dos años los niños cuando ejecutan alguna acción que
previamente se le ha prohibido parecen mostrarse expectantes ante la reacción
de los mayores, buscan su mirada y pueden mostrarse con expresión de miedo o
desasosiego. Esta reacción se debe a la experiencia previa. Cuando se le regaña
por primera vez, el niño se ve sorprendido por la situación ya que no es capaz
de ligar la acción con la reacción del adulto. El inferir una posible causa o
un efecto es vital para concluir lo que es correcto o incorrecto. El niño de
dos años debe ser capar de comprender el estado de otros, ser capaz de consolar
o entender que su acción puede causar daños a otros (6). Maya Picasso la hija de Dora
Maar y Picasso tenía dos años cuando el malagueño pintaba en París el Guernica
y recuerda que gritaba ¡mamá, mamá! cuando veía el rostro angustiado de la
mujer del cuadro (que era el retrato de su madre).
De todos modos el niño pequeño se enfrenta a múltiples pruebas en las
que carece de experiencia con lo que explora y ejecuta actividades que pueden
ser lesivas para él o para otros. El niño pequeño se rige por una forma de
pensamiento “preoperacional” y no con el pensamiento abstracto propio de los
niños mayores y adolescentes por lo cual tenemos que expresar con claridad lo
que queremos que haga o no haga. Pej. Si la madre le dice “no te subas ahí
arriba que te puedes hacer daño” quizás el niño comprenda que no puede subirse
a la escalera de mano, pero la observación no podrá impedir que el niño intente
subirse a la mesa de la cocina o a otra altura peligrosa con gran disgusto de
la madre. Lo que para el adulto es evidente (Altura=caída= daño) para el niño
no existe una relación entre un acontecimiento y el otro. Además el niño
pensaría “¿si no quiero lastimarme porque me voy a lastimar? (7).
Por ello los padres deben de dar normas concretas, explícitas y
específicas -algo de lo que hablaremos más adelante- y ¡repetirlas muchas
veces!
5. La conducta. El
temperamento y su relación con el entorno.
Uno de los problemas que preocupan a los padres es la dificultad en la
crianza de los hijos pequeños y el miedo a las lesiones y enfermedades. Los
padres desconocen y se angustian ante los comportamientos que pueden tener los
niños pequeños; es pues clave definir la normalidad de esas conductas y educar
a los padres en la resolución de los conflictos más frecuentes en el desarrollo
de sus hijos/as.
Para un desarrollo conductual adecuado es necesario tener
en cuenta el Temperamento (el como de la conducta), la motivación (el porqué de
la conducta) y la competencia (el “que cosa” de la conducta (7)
5.1.El Temperamento: El “como” de la conducta
El temperamento se define como un estilo individual de conducta cuando
interactúa con el medio.
Podemos describir las características del temperamento según los siguientes
parámetros:
1. Nivel de actividad: Es el componente motor que existe sobre la
función y proporción diurna entre periodos activos e inactivos.
2. Ritmo: Grado de previsión y ritmo posibles de una función determinada
(sueño, hambre, eliminación).
3. Enfoque inicial-supresión: Tipo de respuestas del sueño a un estímulo
nuevo o alterado.
4. Adaptabilidad: Tipo de respuestas a situaciones nuevas o alteradas en
relación con la facilidad con la cual se modifican en una dirección
determinada.
5. Intensidad de reacción: El nivel o grado de respuesta (energía) del
niño independiente de su dirección (positiva o negativa).
6. Umbral de capacidad de respuesta: El grado de estimulación necesario
para provocar una respuesta.
7. Calidad del humor: El grado de conducta amistosa, alegre y agradable
en contraste con una conducta molesta, hostil o llorona.
8. Facilidad para distraerse: La facilidad con que el niño puede
desviarse de la actividad que está efectuando por estímulos extraños.
9. Duración de la atención: Tiempo durante el cual el niño puede
proseguir con una actividad determinada.
10. Persistencia: Continuación de una actividad en presencia de
obstáculos para que siga efectuándola.
Siguiendo estas características podíamos encontrarnos con cuatro grupos
de niños.
a. Niño difícil (10 %) con ritmo irregular, intensidad elevada, humor
negativo, lentitud en el enfoque y adaptabilidad pobre.
b. Niño fácil (40 %): Ritmo regular, intensidad adecuada a la acción,
humor positivo, enfoque adecuado, buena adaptabilidad.
c. Niño que “entra en calor lentamente” (15 %): Actividad lenta, enfoque
positivo, muy adaptable e intensidad ligera.
d. Niños con características mezcladas sin la precisión de los
anteriores grupos (35%) (8)
La aparición de problemas en la conducta de los niños no depende tanto
de su temperamento como de la interacción con el medio familiar o social. La
presencia de una familia cohesionada, tranquila, que permanece con los hijos e
interactúa con ellos mostrándoles cariño y dedicación pero también enseñándolos
con normas adecuadas y estableciendo límites a sus deseos y conductas
facilitará una convivencia fructífera; por otro lado la desestructuración
familiar, pobreza y desarraigo, enfermedad y vinculación pobre facilitará la
aparición de graves problemas adaptativos en el niño/a.
Cuando hablamos de que un niño tiene una condición negativa a veces no
tenemos siempre en cuenta que esa conducta puede ser a su vez positiva en otro
contexto: Los niños persistentes siguen con tareas como efectuar un puzzle
hasta terminarlo y los padres estarán orgullosos de esa cualidad, pero ese
mismo niño mostrará la misma perseverancia en jugar con un enchufe u otro
objeto peligroso lo cual sería considerado por los padres desobediencia porque
insiste en su conducta peligrosa.
5.2.La motivación (el porqué de la conducta):
Piaget decía que los niños actuan sobre el ambiente para
aprender, en lugar de ser receptores pasivos de información, es decir aprenden
“por experiencia” y esto sugiere que el niño desea hacer cosas sean o no
fisicamente capaces de ello. Esta tendencia imitativa y el deseo de ser
autónomos les conduce a veces a situaciones con
riesgo de lesiones.
Cuando los niños imitan conductas positivas como evacuar
en el retrete, compartir juguetes, sentarse a la mesa, los padres se sienten
complacidos pero del mismo modo puede adoptar conductas peligrosas. La TV con
sus contenidos violentos parecen actuar en el niño como incitador de conductas
violentes pero también desarrollan “indiferencia” hacia la violencia con lo que
se pierde ese sentimiento solidario cuando aquella ocurre.
En las familias con deficit emocional, los niños sujetos a
situaciones de tensión pueden estar motivados para autolesionarse como una
conducta autodestructiva ; la falta de preocupación por su cuerpo y la baja
autoestima le llevan a efectuar acciones peligrosas y es probable que esta
conducta sea un modo de llamar la atención de sus padres o compañeros.
5.3. Competencia: El “qué cosa” de la conducta.
Las capacidades o habilidades del niño: motoras (gruesas y
finas), el lenguaje, cognoscitivas y socioemocionales evolucionan y cambian con
la edad.
Como dijimos antes el mundo del niño preescolar cambia debido a un
progresivo desarrollo de sus habilidades pero se interpreta a través del
pensamiento preoperacional que es simbólico y le permite interactuar con el
medio, pero es MÁGICO, ILÓGICO Y
EGOCÉNTRICO: los niños pequeños piensan que lo que ven en la TV incluidos los
dibujos animados son hechos reales.
El Egocentrismo significa que los niños ven el mundo desde su propio
punto de vista, sus opciones y deseos ejercen intensa influencia sobre su
conducta; no responden fácilmente a las prohibiciones de sus padres: cuando le
dicen que si tira piedras puede lastimar a alguien piensan que como no se
plantean lastimar a alguien eso no sucederá. Este pensamiento
mágico-egocéntrico le impide alcanzar la plena empatía (tomar el lugar del
otro.
Insistiremos de nuevo en que los padres deben de dar instrucciones
precisas y claras a sus hijos/as y repetirlas a menudo y pensar que decir
muchas veces “NO” hace que pierda eficacia.
6. El lenguaje
El niño entrena su lenguaje futuro con la aparición del “gorgeo” un pre-lenguaje que consiste en la
repetición de sonidos musicales de vocales abiertas y que puede estar
suficientemente establecido entre las 4 a 6 semanas, luego siguen sonidos
bilabiales como bi-bi o br-br. A los 5 meses aparece la risa y a los 6-8 meses
aparecen balbuceos polisilábicos repitiendo la misma sílaba “papapapapa…”,
“tatatatata…” y al año ya utilizan una o dos
palabras además de papá y mamá.
De los 18 a los 20 meses el niño usa un mínimo de 20 palabras. Al
comienzo del 2º año los niños utilizan una jerga que no repite las sílabas como
anteriormente si no que usa distintas sílabas con distintas inflexiones a veces
difíciles de entender: “gagamamipapigamama…”, exploran así los patrones de inflexión
del habla que llamamos prosodia (9).
A los 24 meses forma frases de dos palabra “quiero pan”
A los 3 años tiene un vocabulario entre 600 y 900 palabras.
Los animales poseen un lenguaje limitado pero ese lenguaje no ha
evolucionado; con algunos primates (chimpancés) se ha conseguido con mucho
entrenamiento que aprendan a expresarse en el lenguaje de los signos para
sordomudos y las llegaron a utilizar con sentido para una determinada finalidad
como pedir una llave para abrir una puerta, pero a pesar de la consecución de estas
habilidades no se explica como a lo largo de toda su evolución los chimpancés no
hayan aprendido a hablar. No hay ningún animal que sepa señalar un objeto cosa
que hace un niño de pocos meses, con ese gesto el niño establece una referencia
comunicativa a un objeto. Según Piaget el niño recién nacido que vive en un
mundo de escenas móviles, donde las cosas no tienen aun consistencia, ha de
construirse a si mismo y al mundo lenta e incansablemente. El niño es un genio
del lenguaje y su habilidad para aprender es tan prodigiosa que Chomsky, Fodor
y otros piensan que el ser humano nace sabiendo ya las estructuras básicas de
un idioma universal que el ambiente lingüístico completará y determinará (10).
Sin embargo no sabemos si el significado que le da el niño a las
palabras es el mismo que el que le damos los adultos.
Lo fantástico es que el niño puede relacionar una palabra con otras
cosas que no se le han nominado. P.ej. el niño conoce la palabra pelota y
señala la Luna y dice “pelota”. ¿Infiere que como es redonda se parece a la
pelota?, sin embargo puede referirse como pelota a otros objetos que no se le
parecen. El niño, que ha tenido que adivinar lo que nosotros le decimos, cuando
comienza a hablar somos nosotros los que tenemos que adivinarle a él. Como dice
José Antonio Marina con humor “Es posible que nos considere bastante torpes al
comprobar que no comprendemos lo que nos comunica de manera tan clara”
Siguiendo con Marina, este afirma que el
bebé es crédulo y adivino: crédulo porque acepta a pies puntillas todo lo que
la madre le dice tiene un significado aunque él todavía no lo entienda y esta
es una condición innata , el a priori de la significación, porque ¿como
podríamos enseñarle al bebé que lo que le decimos tiene que aprenderlo,
comprenderlo y usarlo? Habría que
inventar un lenguaje nuevo para enseñar el lenguaje y así sucesivamente; es
adivino porque hace falta serlo para entender lo que un adulto dice. Pongámonos
en el caso de un niño: Estoy en el Kalahari con un nativo, yo no entiendo su
lengua ni él la mía, de pronto un conejo sale corriendo y el nativo dice algo
asi como “gnuka”. ¿Qué ha querido decir con esa palabra ¿conejo?, ¿Cómo corre?,
¡qué susto!, ¡comida! ¡mira! Pues esta endiablada operación de adivinar, hacer
hipótesis, corregir etc es lo que hace con soltura un niño a partir del año de
edad. Deberíamos de sentir complejo de inferioridad. (10)
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