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Este breve artículo nace después de conocer la aparición de
un caso de Difteria, grave enfermedad bacteriana que causó la muerte de
millones de niños con anterioridad a la aparición de una vacuna muy eficaz que
se administra desde los primeros meses de vida dentro del calendario vacunal
pediátrico autorizado. A pesar de la evidencia científica de que la enfermedad había desaparecido en España (el último caso en los años 80) hay padres influidos
por colectivos antivacunas que no toman las medidas de protección vacunal
recomendadas. El daño es grande, primero para el niño no inmunizado pero
también para esos padres culpabilizados por no hacer lo correcto y desde luego
por la posibilidad de extensión de una enfermedad en población susceptible.
CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA.
A menudo se ven en los medios impactantes titulares que
afirman curar lo incurable, inventos que cambiarán el mundo,
acontecimientos misteriosos “que la ciencia no explica”, gentes que han
descubierto la esencia de la inmortalidad etc. Y no digamos lo que circula en
la red: noticias inverosímiles, acontecimientos impresionantes y milagrosas
curaciones, o substancias, alimentos, técnicas que te convertirán en alguien
nuevo, supersano o poderoso o longevo o feliz. Lo espectacular, lo milagroso,
lo inexplicable son aspectos que interesan a la gente pero todavía más las
soluciones tan sencillas que alguien (cuya identidad y solvencia a menudos desconocemos) nos
proporciona. Sin entrar en detalle uno de los ejemplos paradigmáticos son las
dietas milagro: es posible que alguien diga que la dieta del pomelo es estupenda y
miles de personas hagan esa dieta creyendo a pies puntillas que así adelgazará. ¿Es una superchería? Bueno, si Ud es capaz de
comer solo pomelos durante una semana seguro que adelgaza: el aporte calórico
es muy bajo y por lo tanto consumirá sus propias reservas y perderá agua y
adelgazará. La ciencia sabe que una
dieta así adelgaza, pero también sabe que es a costa de crear a veces problemas
importantes: Si no tomamos calorías suficientes consumiremos nuestras propias
proteínas y perderemos hasta 50 grs diarios; el cuerpo necesita reponer
“diariamente” la destrucción fisiológica de sus propias proteínas y si no
aportamos un mínimo de proteínas y además perdemos las nuestras se tendrá un
problema. Es así como actúa la ciencia, explicando lo que la investigación
seria concluye para ser aplicado en la práctica y mejorar o facilitar la vida
humana. La ciencia está sin embargo, y esa es su gran verdad, en la duda perpetua,
siempre se está preguntando si esto es así o de otra manera, si esto puede ser
mejorado, si esto es un error. Ese es el modo en que avanza la ciencia, cuestionándolo
todo y siendo lo opuesto al dogma. Nunca el científico se encontrará
satisfecho, siempre dirá que queda por hacer, a veces mucho por hacer. Y esto
es lo contrario que anuncian las “pseudociencias” que lo presentan todo como el
último de los grandes descubrimientos “el verdadero”, “él único”, “el mejor” etc.
Los descubrimientos científicos son precedidos por otros
descubrimientos de los cuales se toman datos y suman conocimientos; el
científico tiene la obligación de conocer todo aquellos trabajos o al menos los
más importantes para establecer su hipótesis e intentar demostrarla mediante
métodos empíricos. La ciencia es dependiente de su historia, pongamos un
ejemplo: Fleming observó en su laboratorio que unos hongos (Penicilum Notatum)
que contaminaron un cultivo de Estafilococo eliminaban a este germen del medio
de cultivo. La observación inteligente llevó a la comprobación experimentando
con otros gérmenes, y se concluyó entonces que aquel hongo tenía propiedades
“antibióticas”, luego se procedió a la síntesis del principio activo que producía
el hongo (la penicilina), luego otros científicos procuraron la manera de
obtener ese producto y conservarlo, luego se experimentó su uso y así hasta su
comercialización y el tratamiento generalizado de determinadas enfermedades
infecciosas en el humano. Hay aquí una cadena de ciencia con muchos eslabones
unidos a un fin común. Todos los trabajos científicos y aún los de divulgación
seria van acompañados de una bibliografía al final o intercalada en el texto,
que tiene como finalidad explicar que el que escribe ha consultado artículos
relacionados con su trabajo en los que se vierten los resultados de otros
muchos profesionales que también han investigado sobre ese tema u otros cercanos y ofrecer estos datos al lector por si quiere consultarlos y ampliar su visión del problema. En los procedimientos “pseudocientíficos” este proceso no está presente o
es confuso. Los “descubrimientos” parecen surgir de la nada. No es necesario
explicar nada, ni que base científica tiene, cuales son los criterios objetivos
de lo observado o descrito y desde luego no existe duda alguna sobre la
autenticidad del hallazgo por lo que no es necesario demostrar nada. Es así y
punto.
Los argumentos pseudocientíficos aluden a que la ciencia “no
puede explicar…”. ¡Claro que no puede explicar todo! La ciencia QUIERE ENTENDER
EL MUNDO EN SUS INFINITAS FACETAS, pero es consciente de su falibilidad; esto
que los Pseudocientíficos presentan como una debilidad, en realidad es uno de
sus valores más sólidos.
Cuando nos presentan algo, sea una técnica, una terapia, una
dieta, un sistema para ganar dinero, un producto que cambiará nuestra vida hay
que examinarlo con cuidado, siendo crítico: ¿se acerca a lo que corrientemente se
piensa de esto o es revolucionario y contra la lógica común, da explicaciones
que parecen coherentes o no da ninguna, tiene referencias de otros trabajos,
quien es el que escribe esto, es un individuo o una asociación, es anónimo o
tiene nombre y apellidos? Casi cualquier tema puede ser encontrado en Internet
y muchas de las cosas que aparecen no son ciertas o son de dudosa credibilidad,
así que tenemos que buscar fuentes fidedignas para confirmar o refutar lo
leído.
A menudo incluso en series de TV que pasan por científicas
hay muy poca ciencia, en aras de una mayor espectacularidad se presentan las
imágenes más atractivas y se elude profundizar en datos que resultarían
tediosos. Es lógico tratándose de un espacio pensado más para disfrute que para
enseñar aunque de algún modo cumple su función informadora y formadora. En la
dura vida diaria de la investigación no hay “glamur” sino un trabajo oscuro,
tedioso a veces, escrupuloso, ordenado y que consume mucho tiempo, nada que ver
con otras parcelas de la vida más mediáticas. En futbol o en cine o TV hay
muchas personas que son conocidas por la mayoría de la gente mientras que los
científicos incluidos premios Nobel son completos desconocidos y ¿por qué?
Porque a la gente no le gusta hablar de lo que no entiende o de lo que es
engorroso y que exige dedicación; para saber o entender hay que estudiar,
repetir, ser constante y es más fácil hablar o escuchar o ver aquello que nos
resulta más sencillo y divertido. Es natural y comprensible y es por ese lado por
donde las Pseudociencias penetran: sus teorías no tienen una explicación
científica se deben a supuestos inverosímiles a fuerzas o espíritus o
substancias mágicas o a la intervención de los extraterrestres. Todo esto es
grato a la imaginación de la gente, tendemos con facilidad a quedar
impresionados por lo esotérico más que por la reflexión científica que nos
parece ardua y aburrida.
Por otro lado
está la alarmante dificultad de nuestra sociedad en la comprensión lectora, se trata
de una población en la que el 50 % no lee nunca o casi nunca y solo el ¡5%!
está capacitado para lecturas largas de
dificultad media-alta. (Marcos Diaz).
Es más difícil que la mayoría de la gente
que no lee tenga capacidad discriminatoria a la hora de valorar lo que es
verdadero de lo que es falso y por tanto susceptible de ser engañada por
individuos que venden humo pero con lenguaje comprensible y con soluciones “aparentemente”
sencillas para los problemas de la gente.
El filósofo de la Ciencia Mario Bunge (Premio Principe de Asturias de Humanidades 1982) es muy
claro a la hora de criticar la cultura pseudocientífica. Transcribo su opinión:
“Los científicos y los filósofos tienden a tratar la superstición, la pseudociencia
y hasta la anticiencia como basura inofensiva o, incluso, como algo adecuado al
consumo de masas; …esta actitud sin embargo es de los más desafortunada por las siguientes razones: 1º la
superstición, la pseudociencia y la anticiencia
no son basura que se pueda reciclar y transformar en algo útil: se trata
de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera –lego o científico- hasta
el extremo de hacer enfermar a toda una cultura y volverla contra la
investigación científica, 2º.el surgimiento y la difusión de la superstición,
la pseudociencia y la anticiencia son fenómenos psicosociales importantes
dignos de ser investigados de forma científica y ,tal vez, ser utilizados como
indicadores del estado de salud de una cultura. 3ª: La pseudociencia y la
anticiencia son casos adecuados para poner a prueba la filosofía de la
ciencia…).
Por otra parte nos aporta alguno de las
claves diferenciales entre la ciencia y pseudociencia que resumo a continuación:
Mientras que la ciencia admite su propia
ignorancia, considera que su campo es difícil y lleno de lagunas y avanza
mediante el planteamiento y la resolución de nuevos problemas la pseudociencia
es dogmática e inamovible.
La ciencia recibe con agrado nuevas
hipótesis, las ensaya, intenta descubrir y/o aplicar leyes, aprecia la unidad
de la ciencia cosa que no hace la pseudociencia.
La ciencia busca contra-ejemplos, inventa o
aplica sistemas objetivos de control, resuelve las disputas mediante
experimentos o cálculo, la pseudociencia remite a la autoridad y omite o
tergiversa datos no favorables.
La ciencia actualiza sus conocimientos,
busca comentarios críticos cosa que eluden las pseudociencias.
Por último los artículos científicos no
suelen ser tan comprensibles por todo el mundo (exigen formación) mientras que
los pseudocientíficos son habitualmente muy fáciles de entender.
Además es frecuente que los
pseudocientíficos sean hasta famosos y ganen mucho dinero. Como ya dijimos es
poco probable que la mayoría de los científicos alcance altas cotas de popularidad.
Por otro lado la ciencia no está libre del
intrusismo de falsos científicos o de científicos corruptos. No se libra la
ciencia de los males de la humanidad.
Y termino con un dicho de origen desconocido
(para mi) que dice: “más vale médico malo que hechicero bueno”
Bibliografía:
Mario Bunge. Las Pseudociencias. Vaya timo. Ed. Leatoli. Colección : ¡Vaya timo!.2010.
Marcos Diaz. Artículo "La cultura como motor del desarrollo". El País. Datos del Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos" de la OCDE.
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