Se acercan días de furibundo consumismo, las Navidades están
ahí con sus demandas de felicidad en forma de regalos, fiesta y gasto. Medimos
la felicidad por lo que poseemos, parece ser que esa premisa es la clave de la
vida actual y esto se refleja en los “reyes” de los niños (que ahora tiene el
añadido de “Papá Noel”, intrusión escandinava que multiplica el gasto) que son
cuando menos exagerados; cada niño recibe entre 10 y 20 regalos en estas
fechas, de modo que al abrir los paquetes tiene una especie de empacho que le
impide disfrutar de ellos, algunas veces terminan histéricos/as porque no saben
por donde empezar y terminan no disfrutando de ninguno. Dado que todos los
miembros de la familia quieren regalar algo al nieto, sobrino o hijo pequeños es
imposible evitar este dispendio. ¿o sí se puede?
Efectivamente se puede. Mi recomendación es que se haga un
máximo de dos regalos a cada niño, uno que elija el/ella y otro de sorpresa. De
este modo el niño tendrá que elegir aquello que realmente le gusta y además los
papás también elegirán una opción que crean que el pequeño desea. Con esos dos
juguetes podrá disfrutar y se sentirá tan feliz como si le regalan más, es
cuestión de acostumbrarlos desde pequeños, y siempre se acordarán de lo que le
trajeron “los Reyes” porque aquel juguete era el más deseado.
Los niños son insaciables y desde la más tierna infancia cuando
salen con sus padres se les puede oír como piden “papá, mamá cómprame ALGO”.
Vele cualquier cosa, no saben lo que quieren pero quieren algo, comprar,
comprar, comprar. Es un buen momento para empezar a enseñarles moderación,
paciencia y discriminación.
Dos juguetes está bien y si la familia le regala otros
muchos, se pueden guardar o regalar a asociaciones que lo distribuyan entre
niños que no tienen tanta suerte.
Con dos juguetes bien elegidos serán más felices que con un
montón de ellos sin sentido.
¿Que es dificil? Bueeeno con tres.
Feliz Navidad, Feliz año nuevo.
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