Una reflexión sobre
las artes en relación con la salud.
Oír música, cantar, bailar, actuar en el teatro, leer, escribir
o pintar son actividades que consideramos divertidas, interesantes y
necesarias, porque casi todo el mundo es capaz de participar en muchas de ellas
aunque solo sea como espectador; la mayoría de la gente tiene alguna cualidad
que le permite bailar bien, o cantar o tocar algún instrumento, muchos, más de
los que se cree, pueden dibujar con cierta solvencia. Por mal que lo hagan o
crean que lo hacen y les avergüence es excepcional encontrar a personas que no
haya bailado nunca; parece evidente que bailar es una diversión nuclear en el
conjunto de las fiestas populares: no hay fiesta que se precie sin música y baile.
Las actividades de este tipo, lúdicas para la mayoría de la
gente, son el producto del trabajo creativo de profesionales y aficionados que
las ponen a nuestra disposición: canciones, novelas, obras de teatro, bailes,
conciertos, coreografías etc. Muchas personas intentan vivir de la creación no
siempre con éxito pero su esfuerzo y genialidad la recibe la sociedad
disfrutando de magníficos momentos de relajación, goce o diversión.
¿Y quién dijo que
estar contento es malo?
Hago esta pregunta porque vivimos en una sociedad en la que muchas
persones con responsabilidad política parecen ignorar el valor que las
distintas actividades culturales tienen como generadores de “satisfacción y
disfrute” lo que las convierte en potenciales recursos para mejorar la salud de
la gente. Oímos hablar a menudo del recién jubilado: “Ahora este hombre que se
pasó la vida trabajando no sabe qué hacer, está deprimido…” Su vida ajetreada
le impidió acercarse al mundo del ocio y no desarrolló ninguna afición, no
tiene gustos ni conocimientos sobre cosas que seguramente le hubiese gustado
disfrutar, es como empezar de nuevo pero mayor y cansado.
Si el médico te dice: amigo tiene Ud un cuadro
depresivo-ansioso necesita relajarse, descansar… ¿Qué cosas le gustan? preguntará.
El paciente tendrá alguna afición o le gustará alguna actividad y le
contestará: me gusta ir al cine, ver teatro, oír música, escalar montañas…El
médico le “recetará” un tipo de actividad que le parezca adecuada en general
una actividad lúdico-cultural llamemos. No suele recomendarle que trabaje 10
horas más o que aprenda física cuántica; le propondrá una actividad que sirva
para el fin buscado de mejorar su salud que sea agradable, esté en su gusto y
que le proporciones placer.
El placer: El placer es algo más íntimo más cotidiano que la
felicidad, un término complejo del que nadie es capaz de dar una definición rotunda.
Sabemos que el ser humano es un forofo del placer, está constantemente en busca
de estímulos agradables, necesita estimular sus centros de la recompensa y lo
hace a diario, si le faltan esas recompensas surge el estrés o un estado
anímico bajo, la frustración y un afrontamiento anómalo de los problemas.
¡Cuánto trabajo he tenido, estoy agotada, tengo que tomar
unas vacaciones!
Es evidente que esta mujer necesita una dosis de
distracción, de ruptura con la máquina laboral que la agota en un momento
dado. Una aclaración, hay gente que al
respecto parece no necesitar otro estímulo gratificante que el propio trabajo y
eso tiene una consideración de alto grado, son personas a las que se ven como seres excepcionales; son “los mejores” los
más competentes, competitivos y trabajadores (y ambiciosos supongo) pero esto
no ocurre con la mayor parte de las personas.
Ocio se confunde a menudo con ociosidad que viene a ser un
estado diferente, el de la persona que elude sus responsabilidades de trabajo o
a una actitud abúlica. El ocio es la utilización del tiempo libre para hacer lo
que a uno le gusta y puede hacer según sus posibilidades.
A estas alturas ya parece claro que las evidencias
demuestran que los humanos necesitamos divertirnos, disfrutar con los amigos,
la familia o solos haciendo cosas que nos gustan: 8 horas de trabajo, 8 horas
de sueño y 8 horas que son para ti (y los tuyos)
Pero
eso hay que ir aprendiéndolo desde la infancia, el juego que forma parte
importante en el desarrollo del niño se especializa más adelante en lo que
llamaríamos aficiones o hobbies; por desgracia los planes de estudios pronto
dejan de preocuparse por las artes visuales (plásticas, cine, video, teatro, danza)
y la música (algo que bañará nuestro entorno durante toda la vida) y centran su
atención sobre las materias “nobles”, las ciencias, matemáticas, física,
biología etc. que parecen ser indispensables para la formación adecuada del
niño y adolescente. Creemos que es equivocado pensar que estas materias son más
importantes que las que fomentan el desarrollo de la imaginación y la
creatividad (y el pensamiento: la filosofía, pero esto es otro tema). Hoy se
sabe que los que desarrollan actividades musicales se desenvuelven mejor en
matemáticas por ejemplo rompiendo la idea de que el arte es una pérdida de
tiempo, porque la música y otras formas de arte son exigentes, su dominio no se
obtiene sin esfuerzo lo que hace que nos volvamos sistemáticos y aumentemos
nuestra auto-exigencia y nuestra capacidad de trabajo, mejorando nuestras
capacidades rítmicas, de coordinación motora, habilidad manual, percepción
espacial y además reforzando nuestra autoestima. El arte permite además
relacionarse con otras personas con proyectos en común como el teatro, ballet,
danza, cine o video, fotografía, proyectos informativos, creaciones de Blogs
etc. La pintura y la escultura permiten una introspección y un análisis del
entorno y los seres humanos desde la representación o la abstracción a través
de la línea, el color, la perspectiva y la materia. El Dr. Dacher Keltmer
(psicólogo de Berkeley) dice que las obras de arte estimulan niveles saludables
de citoquinas (proteínas esenciales en nuestro sistema inmunológico) y activan
circuitos cerebrales de recompensa que neutralizan el estrés. En un trabajo
publicado en Journal of American Medical Association citado por E.Punset nos
habla de como la música eleva el nivel de endorfinas y que “también es un medio
de distraerse del dolor y evitar la ansiedad”. En estudios con PET (Tomografía
con emisión de positrones) se observa que las respuestas placenteras a la
música están correlacionadas con la actividad de regiones del cerebro
implicadas en los circuitos de recompensa y emoción; y transcribo “ Este estudio sugiere que la música recluta
sistemas neuronales similares a los que responden específicamente a los
estímulos biológicamente importantes como la comida y el sexo y también otros
que se activan artificialmente mediante drogas…aunque la música no es
estrictamente necesaria para la supervivencia de la especie humana, constituye
un beneficio significativo para nuestro bienestar físico y mental” (Punset) Está comprobado que la música modula la frecuencia cardiaca, el pulso, la
presión arterial, la temperatura corporal, la conductancia de la piel y
la tensión muscular. Pero tiene otro poder "secreto" añadido:
facilita las relaciones sociales. Según un estudio que publica “Royal Society Open Science“,
cantar en compañía de otros es la mejor actividad para romper el hielo y crear
rápidamente lazos de amistad.
Estudios
previos habían mostrado que el
corazón de las personas que cantan en un coro late al unísono, ya que
todos respiran a la vez y sus constantes vitales se sincronizan. Y también las emociones se contagian entre
ellos con mayor facilidad. (ABC
ciencia.28-10-2015)
La lectura nos proporciona información, formación y
entretenimiento, la ficción cuando es ejecutada por escritores de talla aportan
visiones originales del comportamiento humano, que nos ayudan a comprender
mejor la realidad y las posibles respuestas del ser humano ante los problemas
que se encuentra o provoca, además de hacernos disfrutar. La lectura es una
ventana al mundo desde conciencias distintas que añaden diversidad a nuestras
creencias o criterios, que amplían nuestra visión del comportamiento humano y
nos hacen más tolerantes con esa diversidad.
Los seres humanos también disfrutan cuando se aproximan al
arte o lo practican pero parece que la tradición que se ha grabado en nuestra mente es negar esa evidencia rechazando como inútil aquello que nuestra
sensibilidad siente como algo deseable y necesario.
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