VIVIR SIN NORMAS.
En la historia de los seres humanos la aplicación de normas
es una constante, probablemente también en la prehistoria hubo normas entre las
comunidades humanas. Las normas son una necesidad y emanan de un sentido
práctico a la vez que moral para ajustar la convivencia de las tribus, pueblos
regiones o países. Son prácticas porque nos dicen como conducirnos en nuestro
entorno, para facilitar nuestro trabajo, desplazamiento, relación y son éticas
porque deseamos que las normas sean “buenas” para todos por lo tanto también
tienen un carácter disuasorio, salirse de las normas entraña un riesgo para el
que lo hace, que puede ser castigado cuando su acción repercute negativamente
en los demás: No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. A
través de las leyes, o creencias el hombre se conduce bajo el imperio de las
normas.
La norma da seguridad; establecer los límites de una
conducta es clarificador, cada cual sabe hasta que punto puede actuar, la norma
puede ser rígida y su aplicación llevará a una sociedad reprimida e infeliz:
Dracon (620 a. C) estableció una serie de leyes cuya violación era castigada, independientemente
de su gravedad, con la muerte, decía que cualquier delito merecía la pena de
muerte y para los más graves no encontraba un castigo peor. Pero otro ateniense,
Solón nombrado arconte en 594 a.C. creó una serie de leyes que afectaban a
todos los aspectos de la sociedad con una base en la justicia y en un sistema
que sería el origen de la democracia pues el ciudadano podía intervenir en la
política de la ciudad (polis), estas normas eran mas flexibles y ayudaron al
desarrollo de una sociedad extraordinaria como todos sabemos.
A menudo se considera que los límites coartan la libertad
del individuo y es al contrario. La norma establece una serie de pautas a
seguir, crea un automatismo que nos libera del estrés, sabemos que lo
imprevisto nos inquieta y a menudo nos angustia, también sabemos que la vida
tiene su valor en la medida que afrontamos situaciones complicadas; no estamos
diciendo que la vida sea fácil y que las normas nos llenen de paz solo porque
existan, pero tampoco podemos vivir en un estado de constante imprevisión; en
una sociedad cuya ley es la de la selva no existe posibilidad de convivencia, y
la convivencia es y ha sido lo que nos hace más humanos.
Hoy leemos acerca de nuestra sociedad que es una sociedad
interconectada, informada, comunicada, globalizada, la sociedad de Internet, se
habla de la sociedad líquida (S. Bauman), de la sociedad de la transparencia (Byung-Chul
Han), de la nueva economía ( Noemi Klein) etc y se pone de manifiesto el cambio
social que se ha producido en poco más que una decena de años, y la pregunta es: ¿para
qué? Y podemos continuar preguntándonos ¿estamos mejor y en qué? Y algunas
cuestiones más; pero al hilo de este artículo preguntaré ¿Cuáles son las
normas, hay una guía de uso? La respuesta es no. Nadie controla nada, ni
siquiera las naciones mas poderosas son capaces de evitar acosos informáticos a
sus bases de datos, los “crash” bursátiles, económicos, las previsiones a corto
o medio plazo son imposibles. Nadie tiene las riendas aunque unos pocos, más que
la mayoría. Internet no tiene normas o son pocas e ineficaces y si en el mundo
real es difícil de organizar el virtual es imposible. Mientras, las TICs ocupan
más horas de nuestra vida de las debidas, la información es atomizada, confusa
o directamente falsa, y cualquier imbécil puede
generar, estulticia, banalidad e incluso odio a través de las redes
sociales. Aprender, cultivarse es lento, difícil, necesita entusiasmo y esto
nace desde dentro de uno o no nace pero puede que desde una sólida educación se logre acercar a la gente al ansia se aprender, de saber pero si lo que utilizamos como elemento cultivador es
lo que nos llegan por los TICs y medios de comunicación lo que tendremos es un
fardo de información basura entre la que puede haber informaciones válidas pero
muy difíciles de seleccionar, porque la necesitamos capacidad crítica y la capacidad crítica se obtiene con mucho
estudio y conocimiento.
"Anormal es lo que no se rige por una norma", esta sociedad de
hoy, que por otra parte ha conseguido que gocemos de un confort y medios
beneficiosos para una feliz convivencia, fracasa por el modo en que somete a
sus ciudadanos a la duda constante, a la desinformación (el exceso de
información no está en relación directa con la buena información sino con todo
lo contrario) al bombardeo publicitario impulsor del consumismo, a la falta de
estabilidad mínima laboral, emocional e informativa y a un futuro que cuestiona constantemente el estado de bienestar. Todo es fragilidad, lo que es así hoy, mañana no lo
será. Una sociedad anormal.