YO CONTROLO
A partir de la 1º copa es posible que Ud no se imagine como
va a terminar la velada.
Esto es todavía más cierto en el caso de los adolescentes:
la presión del grupo, el deseo de ser como
los demás e incluso mejor, la universalidad
y la normalización del consumo de bebidas alcohólicas por la
autorización de los ”botellones” hace que los jóvenes ni siquiera reflexionen
sobre el asunto: pero tampoco parecen hacerlo las autoridades municipales, de
la comunidad o estatales. Problemas de este tipo suelen progresar hacia la
catástrofe porque en principio lo que ocurre en un botellón no tiene
consecuencias para sus participantes, es una reunión lúdica en la que con el
beneplácito de las autoridades se consume alcohol (y otras drogas) y en la que
pueden participar adolescentes que tengan prohibido por ley beber alcohol. Se
castiga a los locales profesionales, bares, discotecas si lo venden a menores
pero estos sí pueden consumir bebidas alcohólicas en la calle. Se puede beber
en la calle (que es de todos) y ensuciar y destrozar (otra vez: la rotura de
mobiliario urbano no tiene consecuencias, nadie paga, no los infractores ni sus
padres) y aunque se vigile por la policía los chicos y chicas se emborrachan, a
eso van: a colocarse y la sociedad mira con indiferencia e incluso acepta como
positivo que esto suceda: cosas de jóvenes, todos lo hicimos. Puede que sí,
siempre se bebió en nuestro país que ostenta unas cifras de alcoholismo
aterradoras pero ahora se bebe mucho y de forma compulsiva en ocasiones: Binge
Drinking o Atracón de bebidas alcohólicas, en general de alta graduación
mezcladas con cola o refrescos que se beben en muy poco tiempo para “coger el
punto”, pronto sin embargo lo que ocurre es que aparece la borrachera y
prosigue el consumo sin control. En un congreso de Medicina Interna en
Salamanca este año se hace la observación de que ¡un 40 % de los universitarios
son bebedores de riesgo! Y si tenemos en cuenta que la edad de inicio del consumo
está entre los 13 y 14 años las perspectivas de tener un montón de enfermos por
alcoholismo no son muy halagüeñas.
¿QUE HACER?
Es difícil dar soluciones a corto plazo, pero si debemos
concienciarnos de que el alcohol es un tóxico para los niños y adolescentes, su
consumo influye en sus capacidades cognitivas y en su desarrollo, facilita el
entrar en circuitos de consumo de otras drogas y genera conflictividad
familiar, escolar y social.
Aristóteles decía que no se debía de consumir vino hasta los
18 años y solo a partir de entonces con
moderación. La máxima sigue vigente.
Los padres en casa, los maestros en la escuela (me gusta la
palabra escuela), los médicos y personas relacionadas con la salud física y
mental y social debemos responder con valentía a las inercias tóxicas y
aceptadas por falta de criterio y sumisión política a los resultados
electorales. Y en España aunque esté prohibido se sigue haciendo, somos así. ¿Existe
algún país europeo que sea tan negligente como para aceptar el botellón? Algunos
países no tienen leyes restrictivas pero en general no lo hacen, y nunca en
masificaciones como en España.
Alguna gente inocente o todo lo contrario habla de que es
una reunión en la que los jóvenes se relacionan, socializan y se divierten. Nos lo presentan como una especie de
universidad callejera. Quizás los jóvenes se podían reunir también en sus
institutos (tendrían que estar abiertos fuera de horas lectivas) y socializarse con actividades creativas
y lúdicas por supuesto, pero para los españoles lúdico es sinónimo de juerga y
“desfase” ese es el tema. Y nadie hace nada para que ellos prefieran otras
actividades tan alegres, lúdicas, creativas y mucho más baratas que el
botellón. Y por supuesto más sanas.
Por último los gobiernos tienen que recoger las
observaciones de los expertos y configurar una serie de normas y actividades
que faciliten la toma de conciencia del joven respecto al alcohol y otras
drogas y facilitar un cambio de paradigma con respecto a la adolescencia. No
son menos responsables que los adultos, son tan inteligentes y tienen mucha
energía, debemos facilitar su creatividad, capacidades, y tiempo de ocio pero
no tratándolos como si fueran Niños necesitados de tutela y control
constante y objetivos del consumismo y la manipulación más vergonzosa. Los
jóvenes pueden dar mucho ahora y en el futuro pero en la actualidad lo único
que le hemos dado los adultos es un móvil. No es suficiente.