PELIGRO, TE VIGILAN.
(Imagen del autor).
Leo un artículo en el periódico firmado por Ana García
Siñeriz que alerta de la exposición que todos hacemos en Facebook o Twiter y
demás redes, un escaparate en el que pueden hurgar tus futuros empleadores y
conocer (o interpretar) tu modo de vida para valorar la conveniencia o no de
ser su empleado/a advertidos por tus fotos, tus veleidades políticas o tu forma
de interpretar el mundo. Ya habla de ello el filósofo Byung Chul-Han como la
sociedad de la “Transparencia”. Las redes, cuya utilidad y posibilidades nadie
discute, se convierten en un expositor de nuestras vidas, en Facebook originalmente
ponía solo “me gusta”, la idea era que todo sonase bien, complaciente;
preferimos buenas noticias a malas y así mucha gente se decide a compartir en
la red sus vivencias, sus apetencias e incluso el discurrir de su vida, las
fotografías de momentos cotidianos o importantes etc. y lo hace con amigos a
los que no conoce personalmente pero que son amigos de amigos que piden su
amistad. Lo que es una gran idea que fomenta la relación entre humanos se puede
convertir en un muestrario de personal que puede ser (es) estudiado por otros y
en su momento utilizado de modo inadecuado (por decirlo de alguna manera)
cuando no como modo de extorsión o presión.
Todo esto lo podemos reflexionar y entender pero es
asombroso el poder de atracción que tienen las redes para que los ciudadanos se
“expongan” con tanta facilidad y ligereza. Mi preocupación está en las
consecuencias que esto pueda tener para los adolescentes y jóvenes que son
usuarios habituales y “compulsivos”. Además la regulación, la legislación sobre
el uso de la red es precaria y tiene lagunas legales importantes lo que añade
vulnerabilidad al individuo que las usa. Todo lo dicho, escrito, fotografiado
queda en la “nube” y no se extingue. Si
alguien quiere hacernos daño no le demos la oportunidad.