miércoles, 26 de octubre de 2016

QUIERO LA GUÍA DE USO. Vivir sin normas

VIVIR SIN NORMAS.

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En la historia de los seres humanos la aplicación de normas es una constante, probablemente también en la prehistoria hubo normas entre las comunidades humanas. Las normas son una necesidad y emanan de un sentido práctico a la vez que moral para ajustar la convivencia de las tribus, pueblos regiones o países. Son prácticas porque nos dicen como conducirnos en nuestro entorno, para facilitar nuestro trabajo, desplazamiento, relación y son éticas porque deseamos que las normas sean “buenas” para todos por lo tanto también tienen un carácter disuasorio, salirse de las normas entraña un riesgo para el que lo hace, que puede ser castigado cuando su acción repercute negativamente en los demás: No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. A través de las leyes, o creencias el hombre se conduce bajo el imperio de las normas.
La norma da seguridad; establecer los límites de una conducta es clarificador, cada cual sabe hasta que punto puede actuar, la norma puede ser rígida y su aplicación llevará a una sociedad reprimida e infeliz: Dracon (620 a. C) estableció una serie de leyes cuya violación era castigada, independientemente de su gravedad, con la muerte, decía que cualquier delito merecía la pena de muerte y para los más graves no encontraba un castigo peor. Pero otro ateniense, Solón nombrado arconte en 594 a.C. creó una serie de leyes que afectaban a todos los aspectos de la sociedad con una base en la justicia y en un sistema que sería el origen de la democracia pues el ciudadano podía intervenir en la política de la ciudad (polis), estas normas eran mas flexibles y ayudaron al desarrollo de una sociedad extraordinaria como todos sabemos.
A menudo se considera que los límites coartan la libertad del individuo y es al contrario. La norma establece una serie de pautas a seguir, crea un automatismo que nos libera del estrés, sabemos que lo imprevisto nos inquieta y a menudo nos angustia, también sabemos que la vida tiene su valor en la medida que afrontamos situaciones complicadas; no estamos diciendo que la vida sea fácil y que las normas nos llenen de paz solo porque existan, pero tampoco podemos vivir en un estado de constante imprevisión; en una sociedad cuya ley es la de la selva no existe posibilidad de convivencia, y la convivencia es y ha sido lo que nos hace más humanos.
Hoy leemos acerca de nuestra sociedad que es una sociedad interconectada, informada, comunicada, globalizada, la sociedad de Internet, se habla de la sociedad líquida (S. Bauman), de la sociedad de la transparencia (Byung-Chul Han), de la nueva economía ( Noemi Klein) etc y se pone de manifiesto el cambio social que se ha producido en poco más que una decena de años, y la pregunta es: ¿para qué? Y podemos continuar preguntándonos ¿estamos mejor y en qué? Y algunas cuestiones más; pero al hilo de este artículo preguntaré ¿Cuáles son las normas, hay una guía de uso? La respuesta es no. Nadie controla nada, ni siquiera las naciones mas poderosas son capaces de evitar acosos informáticos a sus bases de datos, los “crash” bursátiles, económicos, las previsiones a corto o medio plazo son imposibles. Nadie tiene las riendas aunque unos pocos, más que la mayoría. Internet no tiene normas o son pocas e ineficaces y si en el mundo real es difícil de organizar el virtual es imposible. Mientras, las TICs ocupan más horas de nuestra vida de las debidas, la información es atomizada, confusa o directamente falsa, y cualquier imbécil puede  generar, estulticia, banalidad e incluso odio a través de las redes sociales. Aprender, cultivarse es lento, difícil, necesita entusiasmo y esto nace desde dentro de uno o no nace pero puede que desde una sólida educación se logre acercar a la gente al ansia se aprender, de saber pero si lo que utilizamos como elemento cultivador es lo que nos llegan por los TICs y medios de comunicación lo que tendremos es un fardo de información basura entre la que puede haber informaciones válidas pero muy difíciles de seleccionar, porque la necesitamos capacidad crítica y la capacidad crítica se obtiene con mucho estudio y conocimiento.

"Anormal es lo que no se rige por una norma", esta sociedad de hoy, que por otra parte ha conseguido que gocemos de un confort y medios beneficiosos para una feliz convivencia, fracasa por el modo en que somete a sus ciudadanos a la duda constante, a la desinformación (el exceso de información no está en relación directa con la buena información sino con todo lo contrario) al bombardeo publicitario impulsor del consumismo, a la falta de estabilidad mínima laboral, emocional e informativa y a un futuro que cuestiona constantemente el estado de bienestar. Todo es fragilidad, lo que es así hoy, mañana no lo será. Una sociedad anormal.   

jueves, 13 de octubre de 2016

¿QUÉ ES SER UN BUEN MÉDICO?.

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¿Que es un buen médico?
Leí recientemente un artículo en una revista informativa de medicina cuyo titular era sugestivo: ¿Son mejores médicos los que llevan el nº 1 en el examen MIR?
La cuestión no se me fue de la cabeza, el artículo transcribía opiniones de otros médicos con experiencia,  pero no había una referencia a un trabajo empírico que aclarara la cuestión. Debería hacerse, pero antes deberíamos preguntarnos que es un buen médico o que es ser un buen médico.

“El que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra”
Es decir, un individuo bien formado, con grandes conocimientos sobre la Medicina aunque estos solo sean teóricos está en el mejor camino para hacerse un buen profesional, conoce los síntomas, los signos, las alteraciones de las pruebas que traducen la enfermedad, eso hace que si le cuentan unos determinados síntomas él puede deducir mejor un diagnóstico y un tratamiento que aquel que tiene una formación deficiente. No cabe ninguna duda.
¿Pero el hecho cognitivo es el único que tiene importancia? La respuesta, a mi modo de ver, es no. El conocimiento es fundamental, sin él como ya dijimos no es posible descubrir las entrañas de la enfermedad, pero ¿cómo obtenemos la información? La manera con que el médico obtiene información es la anamnesis, que consiste en preguntar al enfermo cuáles son sus males, que le ocurre, como siente su enfermedad, que datos tiene que diferencian su estado actual de su estado saludable. El enfermo puede ser algunas veces muy preciso, pero las más de las veces no es capaz de definir bien sus síntomas y es necesario una capacidad “policial” para arrancar esos preciosos datos de la confusa percepción del enfermo. En algunos casos como cuando el paciente es un adolescente hablamos de la ”agenda oculta” es decir el paciente relata unos síntomas pero oculta los importantes. Por lo tanto saber preguntar, indagar, es una cualidad imprescindible. Cuando estudiamos las enfermedades, el diagnostico ya está hecho, estudiamos la artritis reumatoidea  y nos la aprendemos pero cuando alguien acude a nosotros porque le duele una rodilla no podemos pensar de entrada que es una artritis reumatoidea, hay mil posibilidades diagnóstica en una rodilla dolorosa.

“En teoría, la teoría y la práctica son iguales, en la práctica no”
Por tanto hay que tener una base de datos bien nutrida pero un “programa informático” adecuado para el mejor uso de esos datos. Se necesita esa habilidad, esa curiosidad y esa inteligencia para discriminar lo que es importante de lo accesorio: Un alumno brillante se sabe de memoria todos los tipos de tumores cerebrales posibles y los recita con precisión, cuando le dan los datos de un paciente con sospecha de un tumor cerebral sin embargo no es capaz de decir cual es el más probable, el médico experimentado tiene casi olvidados unos cuantos tumores que son excepcionales pero sabe que el paciente es un niño con ataxia e hipertensión endocraneal y que tumor más frecuente en estos casos es un astrocitoma cerebeloso. Solo la experiencia completa el conocimiento de la medicina, pero hay una condición importante que debemos sumarle: cada caso que hemos visto, diagnosticado y tratado debe quedar grabado en nuestra mente como la página de un libro, si olvidamos ese proceso nuestra experiencia será borrosa y no reforzará nuestra capacidad diagnóstica.

“A veces curar, a menudo aliviar, siempre confortar”
Tampoco es suficiente para ser un buen médico saber mucho, diagnosticar bien y ser un buen práctico, es necesario tener en cuenta la peculiaridad del trabajo como médico. Tratamos con personas y estas personas están enfermas; la enfermedad mina nuestra autoestima, nos sentimos débiles y además nos ponemos en manos de un profesional que será o eso se espera nuestro sanador. El enfermo tiene miedo, el miedo surge ante lo desconocido (a todo el mundo le pasa en estas u otras circunstancias) y lo que nos aterra nos vuelve suspicaces, desconfiados o nos deprime. Los problemas más graves que ocurren en la relación médico-enfermo están mediados por la falta de comunicación. No es la gravedad de la enfermedad, ni el sufrimiento lo que provoca enfrentamientos, es la mala comunicación y digo comunicación, porque podía decir afecto, pero el paciente pide saber para confiar en su médico, saber por qué hace lo que hace, porque se le hace esta u otra prueba, que es lo que se espera que suceda. El pronóstico, esa gran dificultad, es muy importante para el paciente: ¡Dr. Quedaré bien?, ¿me curaré? ¿voy a morir?  Ahí sí que hay que echar toda la carne en el asador, tenemos que afrontar la relación con el enfermo desde la información adecuada, clara, a la altura de la comprensión del enfermo, con paciencia,

“No hay medicina sin confidencia, no hay confidencia sin confianza, no hay confianza sin secreto”
El médico además debe ser escrupuloso con la información que el paciente le revela porque esa interacción es clave, pero la desconfianza puede echar al traste la veracidad de la información. El médico no es adivino, si se le dan datos falsos se encamina hacia el error, error que puede existir de por si con buena información.

“Ni ser el primero en coger lo nuevo, ni el último en dejar lo viejo”
Hoy en día con las guías, protocolos e información bibliográfica asfixiante, los médicos llegan a ser rehenes de la información y puede que el médico joven piense que hay que estar a la última y aplicarlo inmediatamente. Solo la experiencia y una mirada crítica nos permitirá la aplicación de los métodos diagnósticos y tratamientos apropiados.

“El que solo sabe medicina, ni  medicina sabe”
El médico debe ser prudente, informado en su materia y culto. Creo que tener una sólida cultura general, ser lector, interesado por la actualidad y los libros de los grandes, nos ayuda a comprender mejor a las personas y el mundo que nos rodea, lo cual se traduce en una mejor fluidez para la relación médico-paciente.  Hay una larga tradición de médicos humanistas.

Y por fin decir que cuando elige uno la carrera de medicina debe estar dispuesto a un ejercicio profesional de servicio a los pacientes, deberá procurar curar el cuerpo y el alma del enfermo, empatizar, sin perder la perspectiva de su función, con el dolor de aquellos a quien trata, estar dispuesto a soportar las miserias humanas, la falta de reconocimiento, el recelo y otras penalidades que entorpecen la convivencia de los hombres sin perder de vista el deber que nos obliga. Una verdadera vocación es la base para intentar ser un buen médico.